Historia

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#Cultura

Los orígenes de la Urso prerromana se remontan hacia el I milenio a.C. La cultura tartésica y turdetana dejaron bellas muestras de su arte como se refleja en la colección de esculturas ibéricas, de la que forma parte tanto el “Toro” como los “Relieves de Osuna”. Estas obras se pueden admirar tanto en el Museo Arqueológico Nacional como en la Torre del Agua, sede del Museo Arqueológico Local.

 Durante la Guerra Civil de la época republicana que asoló a Roma a finales del siglo I a. C, aparece asociada al bando de Pompeyo, en la Batalla de Munda a escasas millas de nuestra ciudad, convirtiéndose en el último reducto que resistió a César. Tras la conquista, se le concedió el estatuto de Colonia Genetiva Iulia, por el que se permitía acuñar moneda. La legislación y ordenamiento cívico se recogen en “Los Bronces de Osuna”, considerados los restos más importantes conservados en el mundo de exposición pública de una ley romana. De esta poderosa civilización aún permanecen en esta tierra de contrastes las ruinas del Teatro y Necrópolis hipogea, construcción excavada en la roca que recorre un arco temporal que va desde el s.VII a.C. hasta la era visigoda.

Esta época se configura como un período de tránsito en el que Osuna continúa acercándose a la llanura, justo antes de que se asienten los musulmanes que fortificarán la ciudad. De sus algo más de cinco siglos de dominio islámico son una muestra los restos de la Alcazaba o la Torre del Agua, un predominio que finalizó en 1.240, cuando una amplia zona del valle del Guadalquivir pasó a depender del monarca castellano Fernando III.

En 1.264, tras el levantamiento de los mudéjares andaluces, Alfonso X donó la villa de la Orden de Calatrava que asumió la defensa de la frontera. Pero si hay alguna fecha clave para Osuna y su historia, esa es 1.464 y un nombre propio, Pedro Girón, que, una vez teniendo bajo su influencia a Enrique IV, cambia a los calatravos la localidad sevillana por la cordobesa Fuenteovejuna. Con el objetivo de construir un estado señorial que poder legar a sus hijos, crea un mayorazgo para Alfonso Téllez Girón , I Conde de Ureña. El deseo de ascender en la escala nobiliaria fuerza a esta familia a acometer una remodelación del paisaje urbano, para hacer de Osuna una localidad monumental y, sobre todo, nobiliaria. En ello se empleó a fondo, desde comienzos del s. XVI, el II Conde de Ureña, destacando en esta labor el IV Conde de Ureña, Don Juan Téllez Girón. El florecimiento cultural de la Villa se desarrolló también bajo el auspicio de los Téllez Girón, fundadores de la Universidad ursaonense, edificio en el que sobresalen la Sala de Grados, llamada la “Girona”, con pinturas murales del s.XVI, la Capilla con pinturas en tabla de Hernando de Esturmio o el Paraninfo con artesonado mudéjar. Osuna se convertía así en importante centro de encuentro de eruditos, artistas y literatos.

Mientras impresionantes edificios se construían en la zona alta de intramuros, el pueblo buscaba la comodidad del llano. Los arrabales se amplían y sus calles se saturan de iglesias, conventos y casas señoriales. Pero no solo fueron los edificios religiosos el reflejo de la prosperidad de Osuna, si no que a estas construcciones se agregaron pronto impresionantes palacios barrocos al amparo del resurgir económico de la segunda mitad del s. XVIII. De especial relevancia son el Palacio del Marqués de la Gomera y la Cilla del Cabildo de la Catedral de Sevilla, ambos en la calle San Pedro declarada una de las más bellas y con más casas palacios y solariegas de Europa. Un panorama urbanístico que no solo brilla con luz propia por su espectacularidad sino también por la coherencia de su organización, en la que hasta sus callejuelas de vieja piedra cargadas de historia poseen un lugar especial y propio.

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